martes, 15 de septiembre de 2015

Escribir es la medicina del alma.

Acabo de escribir una entrada y me noto mucho mejor que hace unos minutos.
No es que me pasase nada grave, ni nada nuevo. La típica inseguridad que surge a veces porque te sientes pequeño.
Cosas que se solucionan con un poco de tiempo, con ayuda a veces, pero sobre todo con muchas ganas de cambiar.
Este verano ha tenido un efecto muy bueno en mí. Estoy mucho más a gusto conmigo mismo. Tengo muchas ganas de seguir avanzando y mejorando como persona.
Quiero dar mi mejor yo a la gente que me rodea y en especial a la gente que me importa.
Sólo necesito tiempo, porque las ganas ya las tengo.
Sé que tengo defectos, quién no, y al ser consciente de ellos puedo enfocar mejor el cambio a realizar.
No quiero seguir siendo posesivo sin sentido.
No quiero seguir siendo victimista.
No quiero seguir pareciendo pasota.
No quiero seguir sin demostrar lo mucho que me importa y agradezco la cercanía de mucha gente.
No quiero provocar nada que no sea alegría y felicidad a quien me rodea.
No quiero seguir siendo negativo.
No quiero parecer un lastre de ningún tipo.


Quiero ser el mejor yo que pueda ser. Quiero ser aún mejor de lo mejor que crea poder alcanzar. Quiero mirarme en el espejo y estar orgulloso de mí mismo. Quiero mirar al pasado y reirme de lo estúpido que fui. Quiero estar totalmente en paz. Pero sobre todo, quiero ser feliz.

Cada día que pasa estoy un paso más cerca de mi objetivo.
Lo quiero más que ayer, pero menos que mañana.

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